La semana pasada participé en I Congreso Argentino de Desarrollo Territorial 2018 en Villa María/ Córdoba. Fue un congreso organizado por la Universidad Nacional de Villa María apoyado por varios centros de formación e investigación del desarrollo territorial de la Argentina.
Fue interesante ver que las universidades públicas aportan de forma activa a la reflexión y al aprendizaje sobre el desarrollo económico, social y ambiental de sus comunidades. Este compromiso sigue al enfoque de la investigación-acción que pone la investigadora como un agente más de la transformación socioeconómica de los territorios. Pablo Costamagna de la UTN de Rafaela emplea el concepto de “praxis” de Freire y lo describe un ida y vuelta entre la práctica y la teoría y una dinámica social de continuo movimiento para incidir sobre el desarrollo territorial.
Una pregunta guía del congreso fue qué pueden aportar iniciativas locales y regional para superar la actual crisis económica que atraviesa la Argentina actual. Cabe recordar, Argentina entró recién en una recesión con un elevando nivel de inflación. Esta situación causó un descontento social, con el paro de las universidades nacionales como uno de los fenómenos. Así, se solidarizó el congreso con la protesta, y se entendió también cómo un espacio de debate sobre el aporte del desarrollo territorial a superar la crisis actual.
En los debates del congreso se afirmó que los desequilibrios macroeconómicos afectan todas las economías territoriales. Sin condiciones macroeconómicas favorables es difícil que las economías locales sean capaces de prosperar. No obstante, la ciudades y regiones con iniciativas de desarrollo territorial tienen mejores condiciones de responder a la crisis. El dialogo entre los actores permite mitigar efectos negativos y estimular innovaciones económicas y sociales. Al fin, las localidades con una cultura de colaboración suelen ser las más resiliente a los choques externos, y pueden adaptarse mejor a las necesidades del cambio.
El congreso en Villa María ha sido una oportunidad de poner en el debate el potencial del desarrollo territorial para superar la crisis actual. Para eso será importante que los investigadores y promotores del DT sea capaces de comunicar su conocimiento y propuestas más allá de los cirquitos de los ya convencidos. Allí hace falta abrir nuevos canales de diálogo con los responsables de la política económica y productiva al nivel nacional y provincial.